Este es un artículo colectivo, en el que recogemos las impresiones de las profesionales y amigas de la huelga feminista del 8M. Nos encantaría que nos dejases tus vivencias de este día en los comentarios. ¡Anímate!

Mujeres para la Salud nos adherimos a la huelga feminista convocada el día 8 de marzo con motivo de Día Internacional de las Mujeres. Fue un día emocionante, lleno de lucha pero también de esperanza, y no queremos dejar de compartir nuestras impresiones con todas vosotras y vosotros.

 

 

La huelga era necesaria. No sólo para dar visibilidad a las múltiples injusticias que se comete contra las mujeres día a día, sino, sobre todo, para demostrar que si paramos nosotras, se para el mundo. Y que nuestro trabajo, nuestros cuidados, nuestro consumo y nuestra educación es igual de importante que la de ellos.

Y lo conseguimos. Conseguimos que Madrid, y el resto de ciudades de España, se paralizasen. Conseguimos salir todas a la calle, alzar nuestras voces y cantar al unísono por la igualdad y la eliminación de las múltiples formas de violencias machistas.

 

Las proclamas feministas y en defensa de los derechos de las mujeres y la igualdad pudieron escucharse en 120 ciudades. La manifestación en Madrid tuvo una asistencia sin precedentes. Colapsadas todas las calles de acceso, hubo compañeras con las que no pudimos reunirnos porque les fue literalmente imposible llegar hasta nosotras. Según los datos de la Delegación del Gobierno, fueron 170.000 personas, mientras que en 2017 fueron 40.000. Las fuentes sindicales elevaron el número a un millón, cuando fue medio el año anterior.

Y si bien los datos indican que el paro de 24 horas no tuvo demasiado seguimiento, sí lo tuvo el de dos horas convocado por los sindicatos CCOO y UGT, que cifraron el seguimiento en unos 6 millones de personas. Nosotras, las profesionales de Mujeres para la Salud, secundamos el paro total de 24 horas que había convocado la Comisión 8M y el movimiento feminista y refrendaban sindicatos como CGT y CNT.

 

Las profesionales de Mujeres para la Salud comenzamos nuestras movilizaciones por la mañana, acudiendo a la concentración que había convocado la Junta Municipal de nuestro distrito, Chamartín, en la plaza de Andrés Segovia. Ahí leímos el manifiesto de la huelga, además de un texto de Florence Thomas que nos ha facilitado la agente de Igualdad del distrito, Almudena Cebrián, y que reproducimos a continuación:

Nunca he declarado la guerra a los hombres; no declaro la guerra a nadie, cambio la vida: soy feminista. No soy ni amargada ni insatisfecha: me gusta el humor, la risa, pero sé también compartir los duelos de las miles de mujeres víctimas de violencia: soy feminista.

No soy pro-abortista, soy pro-opción porque conozco a las mujeres y creo en su enorme responsabilidad: soy feminista. No soy lesbiana, y si lo fuera ¿cuál sería el problema? Soy feminista.

Soy feminista porque no quiero morir indignada. Soy feminista y defenderé hasta donde puedo hacerlo a las mujeres, a su derecho a una vida libre de violencias.

Soy feminista porque creo que hoy día el feminismo representa uno de los últimos humanismos en esta tierra desolada y porque he apostado a un mundo mixto hecho de hombres y mujeres que no tienen la misma manera de habitar el mundo, de interpretarlo y de actuar sobre él.

Soy feminista porque me gusta provocar debates desde donde puedo hacerlo. Soy feminista para mover ideas y poner a circular conceptos; para deconstruir viejos discursos y narrativas, para desmontar mitos y estereotipos, derrumbar roles prescritos e imaginarios prestados.

Soy feminista para defender también a los sujetos inesperados y su reconocimiento como sujetos de derecho, para gays, lesbianas y transgeneristas, para ancianos y ancianas, para niños y niñas, para indígenas y afrodescendientes y para todas las mujeres que no quieren parir un solo hijo más para la guerra.

Soy feminista y escribo para las mujeres que no tienen voces, para todas las mujeres, desde sus incontestables semejanzas y sus evidentes diferencias. Soy feminista porque el feminismo es un movimiento que me permite pensar también en nuestras hermanas afganas, ruandesas, croatas, iraníes, en todas las mujeres del mundo maltratadas, víctimas de abusos, violadas y en todas las que han pagado con su vida esta peste mundial llamada misoginia. Sí, soy feminista para que podamos oír otras voces, para aprender a escribir el guion humano desde la complejidad, la diversidad y la pluralidad.

Soy feminista para mover la razón e impedir que se fosilice en un discurso estéril al amor. Soy feminista para reconciliar razón y emoción y participar humildemente en la construcción de sujetos sentipensantes como los llama Eduardo Galeano. Soy feminista y defiendo una epistemología que acepte la complejidad, las ambigüedades, las incertidumbres y la sospecha.

Sé hoy que no existe verdad única, Historia con H mayúscula, ni Sujeto universal. Existen verdades, relatos y contingencias; existen, al lado de la historia oficial tradicionalmente escrita por los hombres, historias no oficiales, historias de las vidas privadas, historias de vida que nos enseñan tanto sobre la otra cara del mundo, tal vez su cara más humana.

En fin soy feminista tratando de atravesar críticamente una moral patriarcal de las exclusiones, de los exilios, de las orfandades y de las guerras, una moral que nos gobierna desde hace siglos. Trato de ser feminista en el contexto de una modernidad que cumple por fin sus promesas para todos y todas.

Como dice Gilles Deleuze “siempre se escribe para dar vida, para liberarla cuando se encuentra prisionera, para trazar líneas de huida”. Sí, trato de trazar para las mujeres de este país líneas de huida que pasen por la utopía. Porque creo que un día existirá en el mundo entero un lugar para las mujeres, para sus palabras, sus voces, sus reivindicaciones, sus desequilibrios, sus desórdenes, sus afirmaciones en cuanto seres equivalentes políticamente a los hombres y diferentes existencialmente.

Un día, no muy lejano, espero, dejaremos de atraer e inquietar a los hombres; dejaremos de escindirnos en madres o putas, en Marías o Evas, imágenes que alimentaron durante siglos los imaginarios patriarcales; habremos aprendido a realizar alianzas entre lo que representa María y lo que significa Eva. Habremos aprendido a ser mujeres, simplemente mujeres. Ni santas, ni brujas; ni putas, ni vírgenes; ni sumisas, ni histéricas, sino mujeres, resignificando ese concepto, llenándolo de múltiples contenidos capaces de reflejar novedosas prácticas de sí que nuestra revolución nos entregó; mujeres que no necesiten más ni amos, ni maridos, sino nuevos compañeros dispuestos a intentar reconciliarse con ellas desde el reconocimiento imprescindible de la soledad y la necesidad imperiosa del amor.

Por esto repito tantas veces que ser mujer hoy es romper con los viejos modelos esperados para nosotras, es no reconocerse en lo ya pensado para nosotras, es extraviarse como lo expresaba tan bellamente esta feminista italiana Alessandra Bocchetti. Sí, no reconocerse en lo ya pensado para nosotras. Por esto soy una extraviada, soy feminista. Y lo soy con el derecho también a equivocarme.

Florence Thomas

 

 

 

Al terminar el acto frente a la Junta Municipal del Distrito de Chamartín, nos dirigimos todas a la plaza de Prosperidad, donde nos encontramos con un buen grupo de mujeres a las que nos unimos. Os dejamos algunas fotos y un vídeo de ese momento.

 

 

 

Y casi sin darnos cuenta, llegó el momento de ir a la manifestación. Fuimos cada una por nuestro lado, habiendo quedado en la plaza de Neptuno, pero con algunas compañeras no pudimos encontrarnos, fue tal la aglomeración de gente que llegaba desde todas partes intentando acercarse hasta Atocha, punto del que partía la manifestación. Aún así, fue emocionante para todas nosotras, y cada una lo vivimos a nuestra manera, aunque en la tónica general de nuestras experiencias y vivencias de aquel día resuenan palabras como emoción, esperanza, lucha y agitación.

 

 

A las profesionales de Mujeres para la Salud nos gusta llenarnos de experiencias personales, escuchar la voz de cada una de nosotras, y por eso hemos hecho un esfuerzo de reflejar en nuestras propias palabras lo que vivimos aquel día en el que hicimos historia. Te invitamos también a compartir con nosotras cómo viviste tú ese histórico 8 de marzo. Puedes hacerlo en los comentarios.

 

Pilar Pascual Pastor, coordinadora del Espacio de Salud Entre Nosotras y codirectora y profesora de la Escuela ESEN:

Los días anteriores al 8M sentía una inquietud difícil de explicar, me parecía que este año iba a ser distinto, intuía que algo iba a pasar.

Tengo 54 años y desde que era pequeña he sido muy sensible a las diferencias y las discriminaciones que he vivido por ser mujer. Me pelee, por este motivo, con mi madre, con mis hermanos varones, con mi padre, con mis parejas… Y después, desde el principio de mi profesión, he tenido la fortuna de trabajar para las mujeres, en el área de la salud, con una idea utópica en la cabeza de que era necesario cambiar este mundo tan injusto para todas las mujeres incluidas las niñas. Aunque soy optimista por naturaleza y, suelo ver el vaso medio lleno, y además creo que las mujeres tenemos un poder inmenso, las noticias casi diarias de los asesinatos de mujeres en nuestro país o, las barbaridades que les ocurren a las mujeres en otras zonas del mundo, me hacen frustrarme a menudo, y me llevan a pensar que yo no voy a poder ver otro mundo para nosotras. Y me pregunto, qué más nos tiene que pasar, que somos más del 50% de la población mundial, para levantarnos y gritar todas juntas ¡¡¡¡basta ya!!!! Quién podría parar esto…

He ido multitud de veces a la manifestación del día 8 de marzo, siempre en Madrid. He visto como hemos ido conquistando mayores recorridos en las calles porque cada año éramos más. Por eso, lo que ha pasado este 8 marzo, de repente me ha devuelto las ganas de creer, de confiar en que vamos a ser capaces, con nuestro esfuerzo y empeño, en conseguir otro mundo para nosotras.

Pilar

 

Edurne Rodríguez, psicóloga del Espacio de Salud Entre Nosotras:

Han pasado unos cuantos días y aún estoy asimilando todo lo vivido ese día. Compartirlo con familia, compañeras y amigas ha sido grandioso. Ver las plazas llenas de mujeres mayores, medianas, jóvenes y hasta niñas, con ganas de gritarle al mundo que ya no vamos a callar más, que vamos a salir a las calles para que se nos escuche, con la cabeza y la voz bien alta me ha demostrado que vamos por el buen camino.

El feminismo se va abriendo paso hacia delante y eso me gusta, dándole un sentir popular y lleno de sororidad. Participar en la lectura de aquel documento escrito por un grupo de mujeres para ese gran día me ha hecho ser parte real de esa lucha y estoy agradecida por ello. Pertenecer a AMS me hace sentirme orgullosa, cada día, de aportar mi granito de arena a esta lucha.
Después de una mañana llena de emociones aún quedaba la manifestación a la que fue complicado llegar pero que no cabía duda de que lo íbamos a conseguir. Aun nos quedaba mucho por compartir y por gritar.

Lo que más me impresionó, aparte de ver las miles de mujeres que nos habíamos juntado allí, fue compartir todo ese sentir con mucha gente mayor, hombres y mujeres que nos acompañaban en nuestros pasos y compartían nuestras voces. También ver a bebés, niños, niñas y muchísima gente joven alzando la voz por la libertad y la igualdad era muestra inequívoca de que algo ya estaba cambiando. Oír todos aquellos cánticos que comenzaba una de nosotras pero que al segundo siguiente era acompañado de cientos de voces diciendo lo mismo hacía presagiar que estábamos antes algo grandioso…

Fue un día lleno de emociones donde hicimos historia en España y en el resto del Mundo. Lo que más deseo, escribiendo estas líneas, es que todo ello venga acompañado de medidas que cambien nuestro presente para que nuestro futuro sea mucho mejor, donde las mujeres podamos vivir libres, podamos ser dueñas de nuestro propio destino, tengamos los mismos derechos y oportunidades y dejemos de ser ciudadanas de segunda. ¡¡¡¡¡¡VIVAN LAS MUJERES de AYER, de HOY y de MAÑANA!!!!!!

Esto va por todas las que ya no están y por aquellas que el pasado día 8 de marzo no pudieron ser libres de ejercer su derecho a huelga y a manifestación. ¡¡¡¡Va por todas ellas!!!!

Edurne

 

Mercedes Risco, psicóloga del Espacio de Salud Entre Nosotras:

17:30H. Esperando a que llegue el tren. El andén repleto de gente. Me fijo en las caras, en las formas de vestir. Predomina el brillo en los ojos y el color violeta, o es simplemente mi mirada que filtra la imagen a través de mi emoción. Desde hace días siento ilusión, nervios, alegría… pero hoy todo e más intenso. Es un día histórico.

17:50H. Entro en el vagón con dificultad. No cabe ni un alfiler, pero busco el hueco y lo consigo. Detrás de mí, mil personas más. Mirada de complicidad y cierto temor con quien me acompaña. Sensación de angustia y falta de aire. Respiro. Solo son unas estaciones. En el trayecto, la situación se complica. Respiro. Solo son unas estaciones. Momento de máxima tensión. Respiro. Solo son unas estaciones.

18:30H. Por fin llego al destino. El punto de encuentro. Amigas que ya están allí y amiga con las que no me encuentro, pero que siento cercanas. El inicio de lo que hoy se grita en todo el mundo. Mi voz, junto a la de cientos de miles de personas que hoy tienen un objetivo común, luchar contra la desigualdad y la violencia hacia las mujeres. El corazón me late fuerte y siento que estoy donde quiero estar, con quien quiero estar y apoyando aquello en lo que creo. La imagen es brutal. Quiero que se grabe en mi retina todo lo que veo. Jóvenes, mayores, niñas, niños, pancartas, globos, banderas, marea de gente, todos al unísono. Tambores, canciones, denuncias, reivindicaciones.

23:30H. En casa. Satisfecha. Cansada. Emocionada. Agitada. Con la sensación de que avanzar es posible y de que formo parte de ello. Reflexionando sobre lo vivido. Compartiéndolo. Repitiendo en mi cabeza las imágenes, el ruido, las voces. Y me quedo con una especialmente: Por mí y por mis compañeras.

Mercedes Risco

 

Rosa Urién, psicóloga del Espacio de Salud Entre Nosotras:

Creo que voy a la manifestación del 8 de marzo desde que soy una adolescente, seguramente desde que me enteré de que existía. La mayoría de las veces he ido con amigas o con compañeras de trabajo, alguna vez con familia y también sola. Hasta hace dos años, casi era un paseo, un encuentro con las amigas más activistas, un rato de toma de conciencia, era un trayecto corto y lo hacíamos en poco rato, casi siempre con tinte festivo y muy reivindicativo.

Pero este pasado 8 de marzo fue distinto. Primero por mi momento actual; cómo yo me siento, lo que estoy haciendo en mi vida personal y profesional, porque más que nunca lo que nos pasa a las mujeres en esta sociedad es algo que le pasa a esta sociedad y es una cuestión política, y aunque esto lo tengo claro desde hace mucho tiempo, en los dos últimos 8 de marzo se ha hecho más palpable. Además, amigas que no estaban tan implicadas en el movimiento feminista me han dicho “Rosa, me gustaría ir contigo, lo que nos pasa a las mujeres no lo podemos callar”. Y me siento muy bien siendo parte de este movimiento, sabiéndome y sintiéndome feminista y también esa chispa del orgullo de serlo y de que otras mujeres me pregunten, incluso algún hombre. Quizá últimamente han pasado cosas muy duras contra nuestra integridad y contra nuestra ciudadanía, o a lo mejor hoy, otras mujeres con poder hacen valer su voz, su criterio y su autoridad (políticas, juezas, empresarias,…) y esto es saludable para nuestra sociedad, para nuestro futuro.

Me alegro mucho de haberme encontrado contigo allí y con quien no me encontré tengo mayor confianza en que está pensando.

Rosa

Beatriz Velardiez Modroño, técnica de Comunicación de Mujeres para la Salud:

Hicimos historia. El 8 de marzo de 2018 fue un día que, estoy segura, nunca olvidaremos cada una de las más de un millón de personas que estuvimos en la manifestación. Y eso solo en Madrid.

Ya desde la mañana fue un día que sin duda recordaré. Vivirlo tan intensamente, y hacerlo con mis compañeras de Mujeres para la Salud, fue una posición privilegiada para mí. En la manifestación hubo momentos de estrés y de agobio, aglomeraciones que te atrapan y de las que cuesta lo indecible salir. Eché de menos reunirme con algunas compañeras a las que fue imposible llegar a ver, me dio rabia perder a otras con las que quería compartir ese día. Pero ahora, cuando lo pienso, no puedo sino sonreír. Porque eso refleja una realidad: la realidad de la cantidad de personas que estuvimos allí, gritando, luchando, informando, concienciando.

Los días previos sentía un cosquilleo en el estómago. Era el cosquilleo que produce ver cómo los objetivos por los que luchamos día a día desde nuestra asociación, desde nuestro trabajo diario, van calando en las personas, en la sociedad. El cosquilleo que produce sentirse partícipe de algo que prevés histórico, la emoción que genera comprender que ya algo está cambiando. Ese cosquilleo fue acentuándose a medida que pasaba el tiempo, para convertirse en verdadera euforia cuando salía de la estación de metro de Sol e iba bajando hacia Neptuno, viendo la cantidad de personas que, como yo, nos dirigíamos a la manifestación. Euforia que se mantuvo incluso hasta el día siguiente, el día de una placentera resaca que tuve la suerte de compartir con mis compañeras.

El 8 de marzo hicimos historia. Igual que historia hacemos todos y cada uno de los días en los que luchamos por la igualdad entre mujeres y hombres. El 8 de marzo no hicimos historia. Fue, más bien, la representación del calado que la divulgación, la concienciación y el trabajo, desde cada uno de los frentes en los que trabajamos desde el feminismo, han tenido en la sociedad. Fue la muestra de que algo estamos consiguiendo, de que estamos consiguiendo mucho.

Beatriz

 

Esperamos que hayas disfrutado leyéndonos. Ahora, nos encantaría que continuases este artículo contándonos tus experiencias, impresiones y vivencias, contándonos qué ha supuesto para ti este 8 de marzo. ¿Te animas?