El abuso sexual es otra forma de abuso de poder, la peor de todas, especialmente cuando se manifiesta sobre niñas y adolescentes. Un abuso de poder que marcará su vida, especialmente cuando el abuso se convierte en violación. El abusador/violador se refugia en el secreto, que le protege y le permite repetir la misma actuación con otras niñas de su familia. Porque aunque sea descubierto por algún otro miembro de la unidad familiar, el hecho de hacerlo público es tan espantoso que generalmente callan para proteger la imagen de la familia. Esta ley del silencio agudiza los efectos y las consecuencias que la víctima sufrirá durante gran parte de su vida. Por eso es tan importante que hablemos de la existencia de los abusos sexuales y los reconozcamos como un problema social que hay que abordar.

Las familias incestuosas mantienen una ley del silencio tan férrea como la mafia. Si surge alguna mujer lo suficientemente valiente como para hablar de ello, generalmente descubrirá que otras mujeres de su familia también han sido abusadas y chocará contra la negación a hablar de ello fuera del seno familiar. Desde nuestra experiencia terapéutica, hemos constatado que muchas de estas familias incestuosas tienden repetidamente a relacionarse, “a casarse”, con integrantes de otras familias incestuosas, como si haber vivido esa experiencia dotara de una intuición especial
para escoger a seres afines, algo así como una comunicación no verbal, un entendimiento tácito. Y, si no se toman medidas para luchar contra el secretismo de estos abusos domésticos, el número de familias incestuosas seguirá creciendo y expandiéndose.

Frecuencia

El caso de Eva no es un hecho aislado. Los abusos sexuales generalmente ocurren a lo largo de mucho tiempo, meses o años. Se producen en todas las clases sociales y son muchas las niñas y niños afectados. Estimamos que entre el 20 y 30% de las mujeres han sido abusadas sexualmente en su infancia o adolescencia. Sin embargo, el silencio y el secreto que rodea a estas experiencias, y que
permite que se sigan repitiendo, nos hace pensar que son casos raros. Pero no lo son, de las 800 mujeres que, como media, acuden anualmente a “Entre Nosotras”, aproximadamente 300 han sufrido abusos sexuales y/o incesto en su infancia o en su adolescencia. Pero el conflicto está tan profundamente enraizado en ellas, que la mayoría no lo expone en la entrevista inicial, sino que vienen al Centro solicitando otro tipo de servicios. Es en el transcurso de la terapia cuando expresan y/o recuerdan los abusos vividos.

El mayor impacto para las mujeres que han sufrido esta experiencia es el efecto que tiene en su salud mental. Estos abusos quedan tan profundamente grabados en el interior de las niñas que los sufren, que hasta ellas mismas los olvidan durante muchos años. Solamente un 5% de las mujeres que acuden a nosotras (unas 15 mujeres anualmente) expresan directamente los abusos o el incesto. El resto vienen pidiendo ayuda para otro tipo de problemas: malos tratos, depresión, autoestima, mala relación de pareja, etc.

Etapa en que se dio el abuso sexual

Efectos y consecuencias del abuso sexual a la infancia o adolescencia

En las primeras sesiones registramos los síntomas que experimentaron durante su niñez y adolescencia, cuando sufrieron los abusos sexuales, síntomas que coinciden con la sintomatología propia de un estrés postraumático. Miedo, problemas para dormir, pesadillas, confusión, sentimientos de culpa, vergüenza, ira junto con la incapacidad de manejar estas emociones. Los peores efectos se presentan cuando es el padre el abusador, porque en ese caso la niña además pierde la confianza en el ser que debe protegerla y que representa su seguridad. Estas niñas se quedan indefensas frente al mundo masculino porque mezclan el sexo con el afecto, con el cuidado, el poder y el cariño. Y todo esto en secreto.

Durante la pubertad, la mayoría padecen muchas de estas secuelas: dolor de estómago, problemas de concentración, dolor de cabeza, trastornos en el sueño, fuertes molestias en el ciclo  menstrual… junto con una pobre autoestima, odio a su propio cuerpo, depresión, fobias, ansiedad, comportamientos auto-agresivos y autodestructivos, llegando a mutilarse con cortaduras,
quemaduras o golpes…

Y cuando se hacen adultas, estas mujeres generalmente presentan un cuadro de estrés postraumático crónico. El miedo y la desconfianza persisten y el hecho puede reaparecer en pesadillas y escenas intrusivas de recuerdo.

Muchas de ellas tratan de protegerse de estos síntomas dolorosos apartándose de las relaciones sexuales. Padecen depresión crónica y a veces se ven impulsadas a buscar alivio en todo tipo de adicciones (pastillas, alcohol…), episodios de automutilación y tentativas de suicidio. También presentan sentimientos negativos acerca de sí mismas, del sexo y de los varones, sentimientos generalizados de ansiedad y desconfianza, dificultades para establecer relaciones sociales, y cuando lo hacen, presentan una tendencia a mantener relaciones insanas, con malos tratos y problemas
sexuales. (Los varones que han sido víctimas tienden a ser abusadores y maltratadores, mientras que las mujeres tienden a ser maltratadas y nuevamente abusadas).

Las mujeres que han sido víctimas de abusos sexuales suelen tener además mala salud o problemas psicosomáticos derivados de su actitud negativa hacia el propio cuerpo.

Nivel de incidencia del abuso

Generalmente el daño causado por el abuso y su impacto a largo plazo está relacionado con varios factores:

  • A mayor diferencia de edad entre víctima y agresor mayor es el daño.
  • La naturaleza de la relación de parentesco entre la víctima y el agresor está directamente relacionada con la percepción de los daños por parte de la víctima; los abusos perpetrados por el padre o el padrastro son con mucho los que producen mayor impacto a largo plazo.
  • Experiencias de abuso durante un tiempo prolongado agravan el daño.
  • La reacción positiva y el apoyo de la madre de la víctima al conocer el abuso es uno de los factores más importantes para la recuperación y superación de los efectos producidos. Hay madres que reaccionan negándolo porque tienen tan asumidos los roles machistas “que la han educado para ser dependiente” que lo más importante para ellas es mantener la familia a cualquier precio y esto es lo que más daño puede producir en las niñas.
  • Recibir ayuda profesional y apoyo del entorno también ayudan a superar la experiencia vivida, evitando incluso consecuencias
    negativas para el futuro.

¿Qué hacer si una niña, niño o adolescente cuenta que está siendo abusada/o sexualmente?

Descubrir que han abusado de un menor puede resultar algo demasiado angustioso para cualquier persona. Sin embargo, nuestra primera reacción es muy importante para la víctima ya que muchas veces no lo cuentan porque piensan que la gente no les va a creer. Por eso debemos:

  • Creerle, dar fiabilidad a sus palabras
  • Hacerle saber que no tiene la culpa de lo que le ha ocurrido. El adulto es el responsable. Decirle que se alegra de que se lo haya contado.
  • Transmitirle que otras niñas/os también han pasado por esa experiencia y que a partir de este momento ya no está sola/o. Animarle a hablar de ello.
  • Y pedirle permiso para pedir ayuda profesional especializada.

Es especialmente doloroso para una madre saber que el abuso fue cometido por su marido y especialmente importante para paliar sus efectos, que su reacción sea positiva. En este caso, también la madre es otra víctima y también necesitará ayuda para asumir el hecho y tomar las medidas oportunas.

¿Cómo evitar el abuso a menores?

Solemos enseñar a los menores que siempre deben obedecer a las personas adultas, haciéndoles creer que estas siempre saben lo que está bien. A veces, les obligamos a besar a personas cuando no desean hacerlo. Esta educación contribuye a que puedan producirse los abusos. Para evitarlos es importante:

  • Hablar con las niñas y niños de la existencia de abusos sexuales y de cómo se producen.
  • Enseñarles que tienen derecho a la privacidad de su cuerpo. Nadie debe tocarlo o mirarlo si no lo desea. Puede y debe negarse a ello.
  • Si alguien les mira o toca en una forma que no les gusta, deben contarlo enseguida. Explicarles las formas en que los agresores tratan de intimidar para que guarden el abuso en secreto.
  • Enseñarles que nunca deben guardar este tipo de secretos, aunque se lo pidan o les amenacen.

El trabajo terapéutico

En nuestras terapias de grupo partimos de la problemática específica que presenta cada mujer y después la generalizamos, haciendo el análisis social de cada tema, para lograr que las participantes tomen conciencia de la injusticia que se promueve entre varones y mujeres, a partir de la educación diferenciada que se nos da. Analizando y reflexionando sobre nuestra vida cotidiana, las relaciones con la familia, la pareja, las/os hijas/os, el dinero, las relaciones con los varones y con otras mujeres, etc., ellas mismas se dan cuenta de que su rol de
mujeres es algo aprendido y es la causa de sus malestares y sufrimientos, pero a la vez ven con esperanza que todo lo que es aprendido se puede desaprender y por lo tanto, cambiar.

Así, nuestra metodología va de lo particular a lo social, para regresar a lo individual con nuevos elementos, con el fin de que cada mujer encuentre (aunque en un principio sólo sea en teoría) los cambios necesarios que debe hacer para superar sus problemas.

Los Talleres terapéuticos son grupos de trabajo interactivo, formados por 10 mujeres y dos profesionales que planifican y estructuran flexiblemente las sesiones. Las participantes de estos grupos tienen problemáticas y estilos de vida similares, de modo que llegan a sentir que sus conflictos son comunes al resto de sus compañeras, creándose entre todas ellas una conciencia colectiva
que contribuye a romper la soledad y el aislamiento al que están sometidas.

El objetivo de nuestro trabajo en los talleres de incesto es que cada una de las participantes elija la forma más adecuada para ella de “sanar sus heridas”. En muchos casos lo hará desenmascarando al agresor, enfrentándolo, rompiendo el silencio, denunciando su violencia o hablando con otros miembros de la familia de la experiencia vivida. A veces con las hermanas, descubriendo en la mayoría de los casos que también ellas han sido abusadas.

Para ello, trabajamos las siguientes áreas:

  1. Aprender a verbalizar la experiencia abusiva. Ponerle palabras y nombrarla.
  2. Conocer y definir el origen y las causas de los abusos sexuales y el incesto como expresión de poder, violencia y explotación contra las mujeres.
  3. Tomar conciencia de que la experiencia es común para muchas mujeres (no es una excepción).
  4. Aclarar la responsabilidad del agresor y del sistema patriarcal, generador de esta violencia.
  5. Asumir la experiencia vivida, desculpabilizándose como víctima.
  6. Relacionar su comportamiento actual, sus problemas y conflictos con la experiencia abusiva vivida. Es decir, reconocer los efectos del incesto en sus vidas.
  7. Identificar las secuelas que ha dejado el incesto en su comportamiento sexual  y propiciar los cambios necesarios para recuperar su sexualidad.
  8. Sanar el dolor, aprender a recuperar su sexualidad y a quererse desarrollando la confianza, la autoafirmación y la autoestima.
  9. Entender que sus madres no son las agresoras ni las culpables, sino otras víctimas del agresor y del sistema.
  10. Trabajar con el propio cuerpo para reencontrarlo, valorarlo, quererlo, sensibilizarlo positivamente.
  11. Elaborar su propia carta de derechos.

Resultados de la terapia

Las sesiones terapéuticas del taller de incesto se prolongan a lo largo de unos seis meses, dos horas por semana y se complementan con tareas individuales relacionadas con cada sesión.

Los resultados obtenidos con las mujeres que han recibido atención en el Espacio de Salud Entre Nosotras desde el año 1990 son medidos a través de cuestionarios pre y postratamiento. Los datos señalan que han  disminuido los sentimientos de culpa, rabia, asco, odio, desconfianza, indefensión, amenaza y traición. Han aumentado su autoestima y se desenvuelven más saludablemente en su entorno. También se produce una mayor aceptación de su cuerpo, mayor sensibilidad y una mejora de la percepción y comportamiento sexual.

Carta Reclamación de sus derechos

Pero la mejor forma de exponer estos resultados es a través de sus propias palabras, plasmadas en el testimonio que ellas mismas han elaborado, fruto del trabajo colectivo de uno de los talleres. Esta es su contribución a la creación de un lenguaje necesario para que otras mujeres puedan seguir hablando y escribiendo. Para que puedan pasar de ser víctimas a ser personas libres.

MANIFIESTO

Nosotras, un grupo de mujeres que han sufrido la experiencia del incesto, deseamos compartir con otras mujeres el proceso de concienciación y superación de esta experiencia a partir de nosotras mismas.

Por lo que entendemos que el incesto es un hecho mezquino y cruel que hiere grave y dolorosamente nuestro yo más íntimo dejándonos terribles secuelas en nuestra vida.

Por lo que tal experiencia nos ha provocado un gran sufrimiento y sentimiento de culpabilidad, de rechazo hacia los demás y hacia nosotras mismas.

Nos ha creado además un fuerte sentimiento de inseguridad, de desconfianza, de miedo y de odio. El incesto ha afectado a todas las facetas de nuestra vida: nos ha creado enfermedades físicas y psíquicas y ha contribuido a que nuestras relaciones afectivas y personales (amistades, familia, compañeros, hijas/hijos, etc.) sean conflictivas o poco duraderas.

Por lo que denunciamos y repudiamos con todas nuestras fuerzas estos hechos por considerarlos una experiencia violenta, traumática y egoísta.

Que gracias a poder reunirnos, hablarlo, compartirlo, llorarlo y procesarlo juntas hemos logrado darnos cuenta de:

  •  Que se puede superar
  •  Que no somos culpables
  •  Que podemos expulsarlo de nuestras vidas
  •  Que ni somos ni estamos sucias

Y que todas unidas hemos sacado la fuerza necesaria para liberarnos, verbalizarlo y así desdramatizarlo. Por lo que rogamos a otras mujeres que se atrevan a romper las cadenas y salgan de la prisión en la que nuestro gran secreto nos ha tenido inmovilizadas. Para lograrlo, para liberarnos, tenemos que estar acompañadas por otras mujeres, compañeras de dolor, y así juntas, sintiéndonos que escuchas y que eres escuchada, que comprendes y que eres comprendida, que aceptas y eres aceptada, que respetas y eres respetada, encontrarás la armonía y la paz dentro de ti y alcanzarás la LIBERTAD POR LO TANTO ¡DENUNCIA LOS ABUSOS SEXUALES!
BUSCA AYUDA EN UN/A AMIGO/A, UN PROFESIONAL, CENTRO, ETC.

¡NO TE CALLES, NI LO ESCONDAS COMO UN PECADO O COMO ALGO DE LO QUE TENGAS QUE AVERGONZARTE!

Bibliografía

  • Espacio de Salud Entre Nosotras. “Contra el Incesto. ¡Rompamos el silencio!”. En el monográfico “Las niñas. Revista
    Infancia y sociedad”. Editado por el Ministerio de Asuntos Sociales. 1991
  • Mass Hesse, Blanca. “Abusos sexuales en la infancia”. En Mujer y Salud Mental. Editado por la Asociación de
    Neuropsiquiatría. Madrid 1993.
  • Semillas para el cambio. En el Boletín de Centro de Ayuda a Víctimas de Violación, de San Juan de Puerto Rico.
    Números 2 y 3.
  • W. Bezemer y otras. “Después del Incesto”. Cuadernos Inacabados. Serie Salud. Número 14, Madrid 1994
  • Ellen Bass y Laura Davis. “El coraje de sanar”. Editorial Urano, 1995.