La salud integral de las mujeres está influida por la socialización de género o la manera en la que aprendemos a ser mujeres en una cultura y una sociedad patriarcal y el binomio sexo/género que esta impone. Es en esta afirmación sobre la que basamos todo el trabajo que desarrollamos en Mujeres para la Salud, y en especial la Psicoterapia de Equidad Feminista, la metodología con la que trabajamos, principalmente, en el Espacio de Salud Entre Nosotras y que enseñamos a otras profesionales en la Escuela ESEN.

Analizar los condicionantes de género patriarcales que inciden directamente sobre la salud de las mujeres provocando lo que hemos denominado malestares de género es un trabajo que resulta revelador para muchas de las mujeres que vienen a nuestro centro en busca de un sentirse mejor con ellas mismas y con su vida en general. Resulta fundamental que todas las mujeres entendamos las verdaderas causas de los malestares de género, como son la propia socialización de las mujeres que provoca carencias en el desarrollo del yo y la autonomía personal; las discriminaciones y desigualdades de todo tipo (sociales, culturales, legales, de justicia, de salud…) junto a las diferentes expectativas que hacen que la salud se vea más comprometida si eres mujer y, por último, la permisividad socio/política hacia la violencia estructural contra las mujeres, variable que incide directamente en la salud integral de todas ellas.

De todo ello habla Pilar Pascual, psicóloga experta en género y coordinadora de Mujeres para la Salud, en el artículo La salud mental de las mujeres: los malestares de género que desarrolló con motivo de la conferencia inaugural del Foro Salud Mental, drogodependencia y violencia de género que organizó la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades de Murcia.

En este trabajo, además, describe los efectos y las consecuencias psicofísicas que provocan los malestares de género cuando se convierten en los Trastornos Psicosociales de Género, que afectan de forma exclusiva a las mujeres, por el simple hecho de serlo. Y como conclusión, Pilar insiste en la necesidad de tener en cuenta todas estas variables para que la atención que se preste a la salud de las mujeres desde las diferentes disciplinas sociosanitarias sea la adecuada y vaya encaminada hacia el empoderamiento de las mujeres afectadas y no hacia la resignación y medicalización de estos malestares, como efectivamente hace la medicina convencional.