Uno de los mayores condicionantes para la salud integral de las mujeres es el autoconcepto corporal que adquirimos desde edades muy tempranas y, derivado de ello, los sentimientos que cada una va desarrollando hacia el propio cuerpo.

En los más de 17 años de trabajo terapéutico en el “Espacio de Salud ENTRE NOSOTRAS”, son miles de mujeres las que nos han hecho confidencias sobre sus numerosos sufrimientos, complejos, mitos y prejuicios en torno al propio cuerpo.

Constantemente encontramos los mismos pensamientos, creencias e ideas irracionales sobre cómo debe ser su imagen y, su desesperación por no dar esa talla de perfección imposible.

En las sesiones de terapia y en los talleres grupales, se repiten una y mil veces las mismas quejas, las mismas angustias y los mismos rechazos al propio cuerpo. Rara es la que se encuentra a gusto en su propia piel, “sin algún pero”, sin complejos y sin nada que objetar o querer arreglar de su cuerpo.

Veinteañeras, jóvenes, maduras o mayores, nos manifiestan unánimes sentimientos de malestar e incomodidad corporal que arrastran disimuladamente, día a día, la mayoría de ellas.

Estar en contacto diario con esta realidad de malestares que viven las mujeres, nos ha hecho conscientes a las profesionales de la Asociación de Mujeres para la Salud, de encontrarnos ante un prototipo de problema de género que, lejos de solucionarse en las más jóvenes, tiende a extenderse y agravarse en la actualidad.

Así lo ponemos de manifiesto con los siguientes artículos de este número XXVI de LA BOLETINA, en los que las psicólogas del centro “ENTRE NOSOTRAS” tratamos de evidenciar el modelo de imagen corporal femenina insano, inhumano y racista que, debido a la globalización de patrones culturales homogéneos difundidos por los medios de comunicación y la industria de la belleza, se va haciendo hegemónico y expandiéndose a gran velocidad a todos los rincones de la tierra.

Exponemos muchas de las trampas corporales en las que quedamos atrapadas la mayoría de las mujeres y niñas de nuestra época; la otra cara oculta de las Cirugías Estéticas; las interesadas causas culturales de la Anorexia Nerviosa; el tratamiento cosificado del cuerpo de las mujeres en los medios de comunicación; el desprecio a nuestro envejecer; y cómo, hoy más que nunca, se acentúan las presiones corporales, especialmente hacia las más jóvenes, que se valoran a sí mismas en función de una crítica externa, basada en ese ideal de belleza irreal, insano e inalcanzable para la mayoría de nosotras.

Analizamos también, las consecuencias patológicas de este modelo para nuestra autoestima y nuestra salud física y mental y, por tanto, para nuestro empoderamiento personal, mientras, por el contrario, la industria de la belleza se enriquece a costa de agravar nuestros complejos e inseguridades.

Por último, presentamos un resumen de nuestra participación en la mesa redonda: “Políticas Públicas en la Comunidad de Madrid. Recursos y Carencias”, presentada en la Jornada de Derechos Sexuales y Reproductivos de las Mujeres, organizadas por el Consejo de la Mujer de la CAM, en abril de este año, en la que se constata las dificultades que aún tenemos las mujeres españolas para acceder a la anticoncepción, al aborto y, en general, al ejercicio de nuestros derechos sexuales y reproductivos.

La gran paradoja es que, mientras las mujeres modernas vamos logrando grandes mejoras políticas a nivel colectivo (en el ámbito público), por otro lado, nos estamos desempoderando a nivel individual (en lo privado), entregándonos inconscientemente a la tiranía de los modelos impuestos, despolitizando nuestros esfuerzos de superación personal, dirigiendo nuestras energías hacia objetivos que están fuera de nuestro control y desvalorizándonos ante la imposibilidad de alcanzarlos.

Ante dicha creciente y agobiante situación que padecemos las mujeres de nuestra época, la Asociación de Mujeres para la Salud, en alianzas con otros grupos feministas activistas por la salud de las mujeres, nacionales e internacionales, elaboramos e impulsamos diversas acciones políticas destinadas a contrarrestar esta grave problemática de género.

Y, entre los principales objetivos que nos hemos propuesto, destacan los siguientes retos:

  • Impulsar desde la AMS un análisis político feminista de la problemática de la belleza, situando el cuerpo de las mujeres como eje fundamental de nuestra opresión.
  • Definir el desarrollo de nuestra autoestima como un asunto de interés político colectivo, no como una cuestión privada e individual. Necesitamos ampliar nuestras estrategias políticas para darle al cuerpo, a la sexualidad y a todo lo concerniente a la vida privada la importancia central que tiene en nuestra subordinación.
  • Exigir a las Administraciones de Sanidad controles y regularizaciones apropiadas para la protección de las mujeres frente a los peligros, excesos y abusos de la industria se la belleza. En primer lugar, por los riesgos de salud que supone este mercado de cirugías estéticas, de pastillas milagrosas, de tratamientos para perder peso, de inyecciones de botox y colágenos, etc. En segundo lugar, porque tenemos derecho a exigir responsabilidades como consumidoras de costosos bienes y servicios, promocionados en base a premisas y promesas falsas, tales como la venta de “dietas mágicas”, productos rejuvenecedores, tratamientos “científicos” de clínicas de estética, etc.
  • Promover una reconceptualización de la belleza, desde una perspectiva de salud integral, que priorice los aspectos de salud: ejercicio placentero, buena nutrición, sin hábitos de tabaco y drogas, etc.

En definitiva, en la AMS trabajamos infatigablemente, tanto a nivel profesional como a nivel de activismo político feminista, para dotarnos de una perspectiva terapéutica positiva que revalorice nuestros cuerpos, nuestra dignidad y nuestra fuerza, en lugar de inducirnos a perder nuestro bienestar, nuestra autoestima o incluso nuestras vidas en la búsqueda obsesiva de una imagen corporal que nos objetiviza, nos trivializa y nos desempodera.