Según el diccionario, un mito es “cosa inventada por alguien, que intenta hacerla pasar por verdad, o cosa que no existe más que en la fantasía de alguien”. Los mitos son ideas inventadas lanzadas socialmente con la intención de controlar nuestra forma de comportarnos. A través de los mitos, se intenta que las realidades se adapten a las fantasías.

Habitualmente vemos cómo en las series de televisión, en los anuncios, en el cantar popular se habla de cómo debe ser una familia, y con especial énfasis, de cómo se debe comportar una madre:

“Madre no hay más que una, y a ti te encontré en la calle”
“Los padres son protectores”
“Las relaciones entre abuel@s y niet@s son muy especiales”

Nos hablan de cómo deben ser las familias de una forma ideal y “se olvidan” de mencionar que cada miembro, a parte de ejercer su rol de madre o de padre… Tienen unas circunstancias específicas: con unas necesidades, dificultades, deseos, frustraciones, anhelos… y que a veces, estas personas no poseen la estabilidad emocional que se desearía, por tanto, muy difícilmente podrán fomentarla en las personas que están a su cargo.

Se potencia que generemos lazos fuertes con aquellos y aquellas con las que tenemos vínculos sanguíneos o políticos y se “olvidan” de mencionar que no por ser de nuestra familia, son siempre personas positivas para nosotras.

Los lazos más sanos, son aquellos que nos ayudan a evolucionar, aquellos que son un apoyo real, personas con quienes podemos contar.

En AMS comprobamos cómo las primeras experiencias de la infancia están relacionadas con la autoestima y con la seguridad personal. Yo siempre digo que cuando nacemos somos como un folio en blanco, sobre el que nuestros cuidadores van escribiendo frases del tipo “¡Cuánto vale mi niña!, ¡Pero qué lista eres” y desgraciadamente, también frases como: “¡me vas a matar!”, “¡no vales ni lo que costó bautizarte!, “!pero mira que eres torpe!”.

En la infancia no tenemos capacidad crítica. A esta edad, todo lo que se “escriba” en ese “folio”, queda tatuado en nuestro ser. Además, en esta época – debido al desarrollo evolutivo- se tiene un pensamiento egocéntrico. Esto quiere decir, que pensamos que el mundo gira en torno a nosotras y que todo lo que ocurre es por nuestra culpa. En el caso de que los mensajes recibidos sean negativos, tanto las niñas como los niños sufren muchísimo y tratan de eliminar los sentimientos de poca valía y de culpabilidad. Para ello hacen lo que haga falta. Es fácil que se esmeren por desarrollar conductas de obediencia, que traten de ser niñas buenas para conseguir afecto. En estos casos, lo que esperan es la ilusión de que cambie el modo de comportarse de sus cuidadores, principalmente su madre y su padre. El lógico fracaso de esta estrategia baja su autoestima y les hace pensar que no son suficiente y que hay algo malo en ellas.

Según avanza el tiempo y estas niñas se convierten en mujeres arrastran las secuelas. Las usuarias nos relatan cómo se sienten con la obligación de comportarse con sus familias como si fueran la familia ideal. Siguen manteniendo el contacto, estando disponibles incluso ante los ataques… Poniéndose de relieve los grandes conflictos especialmente los días de reuniones familiares como son las navidades, los cumpleaños, los aniversarios…

En AMS nos parece básico que las mujeres que lo necesitan comprendan que si hubieran nacido en otra familia, hubieran sido tratadas de un modo diferente, y así comenzar a asumir que la culpable de estas críticas no eran ellas. No es que ellas no valieran o estuvieran defectuosas, sino que quien la criticaba era quien tenía un error de percepción o tenía graves dificultades para hacerlo de otro modo.

Según avanza la terapia y logran comprender esto, están en disposición de aceptar que la solución no pasaba por seguir intentando “ser buenas”, sino pasar por el propio filtro la información que las demás personas daban de ellas. También, tratamos que busquen y fomenten aquellas relaciones que sí cubren sus necesidades afectivas. Aquellas que fomentan la seguridad, el apoyo, y el crecimiento. Fina Sanz la define como la familia afectiva.

El concepto de familia elegida o de familia afectiva es muy difícil de interiorizar. Esto nos cuesta especialmente porque estamos centradas en nuestras familias de origen, y después las compatibilizamos con nuestra pareja y descendencia. Esto dificulta que nos abramos a otras relaciones. Un efecto pernicioso de esta limitación a la hora de relacionarnos la vemos claramente en los casos de mujeres que quieren separarse aunque temen vivir un vacío absoluto el después. O mujeres que ya se han separado y confunden la soledad con la desolación. También afecta enormemente a quienes no han disfrutado de una familia saludable.

Desde el Espacio de Salud “Entre Nosotras” se trabaja sobre este nuevo concepto de familia, la familia elegida, que estaría compuesta por personas que se quieren, se valoran y se ayudan mutuamente cuando se necesitan, conlleven o no lazos de sangre.

En AMS, analizamos y proponemos este modelo alternativo de familia elegida que comporta un apoyo real, unos lazos de confianza, de crecimiento, de libertad. Para que cada persona pueda desarrollarse de manera saludable.