El 18 de octubre es el Día Internacional de la Menopausia, un día que tiene por objetivo el crear conciencia sobre la importancia de la evaluación y la prevención en la salud de las mujeres durante este periodo de su vida, además de eliminar todos aquellos estigmas, prejuicios y mitos que hay alrededor de esta etapa vital por la que, con suerte, todas y cada una de nosotras atravesamos.

Os dejamos este artículo de Soledad Muruaga en el que analiza, a través de su propia experiencia vital y del compartir con todas las mujeres de nuestro Espacio de Salud Entre Nosotras, cómo vivió ella misma, y muchas mujeres, este proceso vital. Porque, siendo la menopausia un aspecto tan natural como la menstruación en la vida de todas nosotras, muchas de nosotras la vivimos en nuestra cultura como algo enfermizo y vergonzante. Y ya es hora de ir cambiando ese discurso social, ¿no os parece?

Día Internacional de la Menopausia

El 18 de octubre, me enteré por primera vez, de que se celebra el Día Internacional de la Menopausia y no he podido resistirme a hacer algunas consideraciones sobre un tema que conlleva diversos mitos, miedos, prejuicios y sufrimientos para gran número de mujeres, llegando a afectar en gran medida a nuestra salud física y emocional.

La menopausia, científicamente hablando, es solamente el final de la menstruación y por ello el fin de nuestra capacidad reproductiva, pero precisamente al tratarse de algo que está tan relacionado con la sexualidad y la reproducción femenina, todo se complica y se retuerce.

Menopausia y menstruación, dos aspectos naturales en la vida de todas nosotras y, que sin embargo, en nuestra cultura son vividas por muchísimas mujeres como algo enfermizo y vergonzante.

En mi caso, ya pasada la menopausia hace unos 8 o 9 años, reconozco que he hecho un amplio recorrido intelectual, físico y emocional, desde la vivencia de mis menstruaciones hasta su desaparición.

Recuerdo que, en los primeros años de mi adolescencia y juventud, vivía mis menstruaciones como insufribles, dolorosas, con una humedad incómoda y, toda yo, me sentía invadida por un humor de “perros”. Eran días de “peligro” para mis relaciones y trabajos. Podía pelearme con cualquiera y por cualquier tontería, a diestro y siniestro…

Con el paso del tiempo, fui entendiéndome mejor con mi cuerpo y aprendí a vivir de otra manera más saludable los tres o cuatro días que menstruaba. Comía alimentos más digestivos, descansaba y me relajaba todo lo que podía y posponía las actividades que no fueran imprescindibles. Poco a poco, mi actitud hacia la menstruación dejó de ser un problema y mis dolores también fueron desapareciendo.

Este proceso personal se produjo simultáneamente con mi experiencia profesional en el trabajo terapéutico con mujeres que vivían de maneras muy diferentes sus menstruaciones. Unas de forma conflictiva, otras de forma más o menos saludable. Es la suerte de tener una profesión como la mía, que posibilita aprender constantemente de las otras…

Por este recorrido vital y profesional, fui incorporando suficiente información y madurez para recibir a mi menopausia de una forma bastante positiva y natural. El único síntoma que experimenté algo incómodo fue el de los sofocos, pero los acepté con bastante humor.

También reconozco que hasta la fecha ha subido mi temperatura corporal, por lo que en invierno necesito menos calefacción y en verano más ventiladores. Esto trae algunos inconvenientes a mis compañeras de trabajo, cuando en las reuniones abro todas las ventanas, hasta que protestan por mis calorías…

Bromas aparte, quiero expresar que la Menopausia puede ser vivida con plena salud y en armonía con nuestros cuerpos, que no perdemos ninguna de nuestras capacidades de sentir y disfrutar el placer que nos puede acompañar toda nuestra vida.

Es verdad que, para muchas mujeres, es muy difícil superar los modelos culturales, sociales y religiosos que durante siglos han potenciado únicamente nuestra función de madres. Son millones las que han asumido esta función maternal como la única razón de su existencia y, por ello, la menopausia significa para ellas la pérdida de su razón de ser mujer, así como el final de la juventud.

Todo esto, unido a que son numerosos los tratados médicos que describen la menopausia como una enfermedad, ofreciéndonos consejos, tratamientos hormonales y medicamentosos para ayudarnos a superar esos “trastornos físicos y psicológicos”.

Sin embargo, muchas mujeres hemos empezado a hablar, a conocernos, a descubrirnos como personas, más allá del modelo de belleza, de maternidad y de pareja patriarcales. Cada vez somos más las que estamos descubriendo y aceptando que simplemente vamos envejeciendo en un fluir de nuestras vidas.
Y cada una vivimos la menopausia de forma diferente, enfrentándonos a una sociedad donde la belleza y la juventud son sinónimos de éxito, de inteligencia y de futuro.

Lo positivo y esperanzador es que, en espacios de salud como el nuestro, “Entre Nosotras”, comprobamos cada día el avance de muchas mujeres, que con esfuerzo y reflexión se preparan para afrontar la segunda mitad de sus vidas, activas, saludables y fuertes, con la fuerza que nos da el conocimiento y la experiencia de entendernos unas a otras en el difícil desafío de ser MUJER.