Como dice Soledad Muruaga en su artículo Una perspectiva feminista de la Anorexia Nerviosa “Resulta curioso que en los países africanos se impulsan los valores opuestos hacia el cuerpo de las mujeres. No deja de sorprendernos, el hecho de que en ese lugar del mundo, los varones más ricos y poderosos, antes de casarse, envíen a sus prometidas a “Centros de Engordamiento”, donde en varias semanas de “tratamiento”, las “empapuzan”, con el objetivo de engordarlas al máximo. Cuanto más gordas, más prestigio y señal de riqueza y admiración para sus próximos poderosos maridos… Sin embargo, no son cosas tan diferentes, en ambos casos, nuestros cuerpos están al servicio y los valores de los hombres de nuestro entorno. O muy gordas o muy delgadas…, pero en el fondo subyace la misma estrategia de control y la misma pérdida de salud.”

La tradición mauritana dice que el tamaño de una mujer indica el espacio que ocupa en el corazón de su marido, de manera que engordan a las mujeres a la fuerza
Mientras parece que en occidente todo el mundo está obsesionado con la delgadez y con bajar de peso, hay lugares remotos del planeta en donde la grasa corporal se sigue considerando un estandar de belleza.

O lugares no tan remotos. El documental del Canal Odisea «Los Cebadores» (Feeders) revela otra forma de maltrato presente en nuestra cultura occidental, en la que se muestra como algunos hombres dan de comer continuamente a sus esposas hasta conseguir que engorden hasta puntos extremos, en este proceso de engordamiento encuentran satisfacción sexual y emocional.

El País publicó un artículo sobre este tema: Síndrome de los Cebadores, aunque lo denominan «síndrome raro» cuando nosotras tenemos claro que se trata de otra forma de Violencia de Género contra las Mujeres. Otra forma de controlar el cuerpo, la mente, la salud y la autonomía de las mujeres.

La forma de realizar toda esta trama consiste en que el hombre busca a una esposa con un poco de sobrepeso y que tenga fácilpropensión a engordar. Una vez se ha casado, empieza a llevarle comida de grancontenido calórico, y la mujer, como tiene debilidad por la comida se la come,y él la refuerza, diciéndole que está cada día más atractiva, por lo que ellano se siente mal por engordar, pues a su marido le gusta.

El proceso va avanzando hasta que la mujer llega acotas de obesidad de 170 kilos, de 200, con lo que ya no tiene autonomía, amenudo porque se lesiona una pierna y no puede andar, y queda exclusivamente aexpensas de los cuidados de su marido, que llegado a este punto, además deconseguir su objeto sexual de forma perenne, se siente muy valorado, ya que deél depende la vida de su esposa.

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Como dice Marta Peirano, en su web

A pesar de las apariencias, los feeders no son hombres pequeños con edipos enormes en busca de mujeres que podrían tumbar a su madre en un cuerpo a cuerpo sin ayuda de hardware culinario (una pasión, por cierto, de lo mas habitual). A los feeders les gustan las mujeres normales, de constitucion fuerte pero esbelta, porque su verdadera pasión es el proceso, no el fin. Se casan con una jovencita adorable, excelente cocinera, con esa pequeña debilidad que en América llaman «diente dulce» y la engordan, kilo a kilo, muchas veces hasta matarla a a base de colesterol. Si tuvieran que restregarsela contra algún objeto inanimado seria, probablemente, la báscula. Lo de ponerse los entrepaños de su señora como sombrero lo hacen sólo para la foto, y por disimular su verdadera obsesión.

En una genealogía del fetiche a través de la historia, el feeder pertenece a los círculos de dominación, en los que el amo controla el cuerpo de la sumisa mediante una dieta disparatada y la progresiva parálisis de la adorada, que en algun momento deja de pasar por el marco de las puertas y precisa asistencia constante hasta para actividades que uno solo deberia practicar en la intimidad. Es un fetiche muy alternativo, porque en lugar de tigresas embutidas en cuero escenifica señoras enormes comiendo bacon con las manos y eso no hay quien lo use para promocionar un bar. Un bar normal, digo.

Si esta historia les resulta fascinante, alguien en australia acaba de hacer un documental: Feed, En la promo dicen que nunca antes habrás sentido tanta repugnancia por el bol de palomitas que tienes en las rodillas. Lo dicen como si fuera algo bueno, pero es que son australianos. Sin más, les dejo en manos del destino y les invito a que valoren con otros ojos el volumen de sus mascotas. El peligro acecha en los lugares más insospechados.

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También hay vida después de bajar de peso: 97 Kilos menos: un cuerpo al desnudo
Nos lo muestra Julia Kozerski, una artista estadounidense de 28 años que fotografió tanto su proceso de descenso de peso, como el “después”: puso en primer plano sus estrías, colgajos y pliegues de la piel, como un símbolo de su esfuerzo y del camino recorrido. Vía mail, conversamos con ella.

Puedes ver la serie fotográfica “Changing Room” (“Probador”) en su web.