Por Paula R.

Hola, buenos días. Me llamo Paula y soy usuaria de Mujeres para La Salud. Me encantaría compartir con vosotras mi experiencia, no por vosotras, sino por mí: para gritar en todos aquellos espacios en los que me lo permitan (y en los que no) que sufro de ansiedad de una forma bestial y de depresión de género debido a cosas que he vivido, vivencias basadas en patrones culturales machistas y patriarcales. Pero no os penséis que me han violado, ni que me han intentado matar, no me han secuestrado, sino no mucho más allá de lo que cualquiera de vosotras habrá podido vivir. Y os prometo que no hay un solo día en el que no me pregunte por qué.

Hace unos años, no sabría deciros qué día exactamente, de una forma paulatina, en un contexto universitario, conocí esto que se llama feminismo. Los primeros meses en los que me introduje, a través de debates en la universidad, de conversaciones con mis compañeras, pensé “woww, el feminismo, la herramienta para cambiar el mundo, el que tiene las respuestas a todo lo que he vivido y a todos mis miedos.” Me sentía en mi salsa, empoderadísima, mis miedos de repente se habían esfumado, el miedo a ir sola por la calle, a que alguien me cogiera, no existía, me sentía como en una nube. Y la curiosidad fue a más y más e iba a charlas, no me perdía ningún monólogo en referencia al tema, me obligaba todos los meses a ahorrar para comprarme un libro que hablara sobre la historia, los estilos de feminismo, etc.

Y de repente un año después empecé a no entender, pasé de entenderlo todo a no entender nada y empecé con dolores muy fuertes de cabeza, llegaban a tanto, que tenía la sensación de que me iba a desmayar, de que me iba a morir. Empecé a vomitar, no lo lograba controlar, vomitaba todo lo que introducía en mi cuerpo, estaba cansadísima, solo me apetecía dormir, pero no lo lograba. Después de estar unas semanas así, una mañana me levanté muy mal y me di cuenta que no podía seguir así, después de vomitar dos veces el desayuno y con la sensación de que mi cabeza iba a explotar, decidí ir al médico. La del ambulatorio me dijo: “lo que tienes es ansiedad, tómate estas pastillas para dormir” y me pidió cita para ir al psiquiatra, la cual era para dentro de, más o menos, cinco meses.

Me empecé a tomar las pastillas, dormía, pero no descansaba, discutía con todo aquel que ponía el feminismo en duda, discutir hasta el punto de faltar al respeto, ponerme como una fiera. Empecé a tenerle miedo a todo, no me sentía segura por la calle incluso de día, mi cabeza no dejaba de darle vueltas, ¿por qué? ¿por qué? Dudaba de todo y de todas las personas, veía machismo por todos lados y no conseguía controlar mi cuerpo, la ansiedad fue a más, perdí muchísimo peso… Entonces un día, intentándole explicar a mi amigo Raúl lo que me estaba pasando, que no lo entendía ni yo, me dijo: “conozco una asociación que se llama Mujeres para La Salud, llama y a ver que te dicen”.

Yo, muy desesperada por salir de lo que fuese que me estaba pasando, llamé y me dieron cita. Me acuerdo perfectamente, llegué llorando muchísimo y Cristina me dijo “que sepas que de todo se sale.” Y aquí estoy, en el proceso, poniéndole nombre a las cosas, poco a poco, acompañada de mi psicóloga (la mejor compañera con la que me podía encontrar y no es por peloteo). No os voy a mentir, no estoy bien, este último año ha sido un caos a nivel emocional y lo que me queda, me he sentido más muerta que viva debido a la ansiedad. Y, de hecho, hace unas semanas tuve un gran bajón, no veo la salida a esto. Porque una vez que le pones nombre a las cosas y sobre todo consciencia y encuentras la respuesta a una de muchas de las preguntas, llegas a la pregunta clave ¿por qué a mí?

¿Por qué a nosotras? ¿Por qué desde pequeñas nos enseñan a aceptar que nos griten, que nos insulten o incluso que nos peguen? ¿Por qué desde pequeñas nos meten el miedo en el cuerpo? ¿Por qué permiten que nos violen? ¿Por qué permiten que nos maten?

Nadie tiene la respuesta, y si nos dan alguna, por muy racional que sea, le siguen mil por qués más.

Lo único que creo que sé es que yo sola no habría podido avanzar, aunque sea poco a poco. Porque esto que me está pasando a mí, aparte de ser horrible, le pasa a mil mujeres como yo. Y una de las cosas que he aprendido en Mujeres para La Salud es que quizás sea tu momento de estar mal, es el momento de desarrollar tu proceso, no te preocupes, descansa y céntrate en ti que las demás estaremos ahí al pie del cañón, dando guerra, te esperamos para cuando tengas fuerzas y mientras tanto, te cuidamos. Porque eres única y necesaria en esta lucha, porque todas lo somos, las que ya no están porque la cultura y sociedad en la que vivimos las han asesinado, por ellas, por nuestras abuelas, por nuestras hermanas, por nuestras hijas, gritaremos que de la ansiedad y de la depresión de género, juntas, saldremos. No nos queda otra.

Gracias. A todas, gracias.

Paula R

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