Con motivo del Día Internacional de las Mujeres Rurales, la Asociación Mujeres para la Salud, de la mano de la psicóloga Rosa Urién Mancebo, participamos en la jornada La campiña en femenino, que se celebró en Alovera (Guadalajara) el pasado 10 de octubre.

Rosa Urién ofreció la ponencia Mujeres saludables, una intervención muy práctica en la que no sólo analizaron la salud integral de las mujeres en su plano físico, mental y de relaciones sociales y personales, sino que las asistentes tuvieron también un tiempo para analizar y trabajar sobre sí mismas las consecuencias sobre su salud de la educación de género.

La ponencia fue acompañada de una reflexión sobre cómo nos educamos las mujeres a lo largo de la vida en el “ser para los otros”, y cómo ese mandato de género nos afecta. Repasaron asimismo las relaciones sociales y personales, para terminar aportando entre todas diferentes alternativas para una salud mental más saludable.

Resulta muy importante trabajar en la salud integral de las mujeres en los planos físicos, mental y de relaciones, y resulta importante detenerse también en las condiciones de vida específicas de las mujeres rurales, puesto que si ya de por sí las mujeres somos receptoras de los múltiples tipos de violencias machistas, las mujeres en las áreas rurales son doblemente discriminadas.

Siendo una cuarta parte de la población y constituyendo uno de los principales pilares de la seguridad alimentaria al representar el 43% de los puestos de trabajo en las cadenas de producción de alimentos, las mujeres en el ámbito rural sufren una inmensa discriminación. A pesar de que recae sobre ellas gran parte de la responsabilidad de producir y procesar los alimentos, son totalmente invisibilizadas, hasta el punto de que menos del 20% de las mujeres son propietarias de las tierras que trabajan. Además, tienen más dificultades que los hombres para acceder a créditos y están infrarrepresentadas en los espacios políticos y económicos de toma de decisiones.

Por otra parte, las mujeres que viven en el entorno rural tienen muy interiorizados los mandatos de género de los que ha hablado Rosa Urién en su ponencia. Consideradas responsables de mantener a sus familias, garantizar las oportunidades de educación y hacerse cargo de todos los cuidados del hogar y de la familia, es muy frecuente que las mujeres rurales vivan y sean para los otros, dejándose en un segundo plano a ellas mismas. Este “ser para los otros” afecta enormemente a su salud integral, física y mental, y por eso Rosa Urién propone una reflexión sobre las consecuencias sobre su salud de la educación de género encaminada al empoderamiento y la adquisición de autonomía y espacios propios para estas mujeres.