Después de haber revisado mi proyecto de vida, tras haber pasado por el taller de depresión de género en mujeres jóvenas, me doy cuenta de que estoy más despierta y sensibilizada con los temas que afectan principalmente a las mujeres. Soy menos crítica conmigo misma y con las mujeres que me rodean, o incluso con las que no conozco. Entiendo que todas somos diferentes, pero que estamos bajo la misma manta. Manta que a veces nos da calor y otras, más de las que quisiéramos, nos ahoga y asfixia.

Ahora sé que puedo expresar y argumentar muchas de las ideas que antes tenía, pero a las que no ponía nombre. También soy consciente de haber aprendido muchas cosas que me van a dar pie a seguir aprendiendo y creciendo: “feminismo vs. hembrismo, presión social, chantaje emocional, culpabilidad, responsabilidad…

Haber tratado el tema de mi familia me ha ayudado a entender y empatizar con los diferentes tipos de familia que puedan generarse. Me ha ayudado a comprender mejor a la mía propia. Me ha posibilitado en cierta forma un mayor acercamiento. Me ha ayudado a entender algunas de mis actitudes y comportamientos.

En cuanto a las relaciones de pareja; Lolo dice haber visto en mí un cambio: me ve más segura, más alegre, más viva, más ilusionada. Me ha comentado que antes sentía verdadero pavor por no saber cómo hacerme feliz. Me veía triste, con miedo y siempre enfadada. Pensaba que él era el culpable de mi malestar. Yo misma me he dado cuenta de que él no hizo las cosas muy bien, pero yo necesitaba creer más en mí misma, no responsabilizarle a él de mi propia felicidad, entender que porque él no me mande un mensaje no me ha dejado de querer, construir “una mesa no de 2 patas”, sino de todas las que pueda para que me sustenten, disfrutar de lo que hago en cada momento, centrarme en mí y mis necesidades. Ahora sí que me doy cuenta de que si yo estoy feliz, hago feliz a los que están conmigo. He aprendido a defender mi postura, poner límites. Estoy aprendiendo a pararme y reflexionar.

He decidido darme una oportunidad más con él, creo que los dos, con nuestros propios crecimientos podemos llegar a ser dos naranjas enteras.

En cuanto a los derechos asertivos, soy más consciente de su existencia y del bienestar que nos ofrecen cuando nos atrevemos a usarlos. He aprendido que “pedir” es bueno, incluso de forma directa. Y que tengo derecho a hacerlo. He comprendido que tengo derecho a decir que no, que el hecho de decir que no va a provocar que no me quieran y si se diera el caso, entendería que no es bueno culpabilizarme por ello. Tengo que tratar de defender y luchar por lo que siento y pienso. He entendido que poner límites es saludable y me ayuda a crecer, a hacerme valer, a protegerme y cuidarme.

En lo que a sexualidad se refiere, siento que se ha producido un cambio muy importante en mí. Creo que el hecho de hablar de este tema abiertamente, compartir experiencias y miedos, me ha ayudado muchísimo. Me siento más libre, con menos prejuicios, me gusta más mi cuerpo, hablo más abiertamente con mi pareja, incluso le he llegado a hablar mientras manteníamos relaciones, (para mí es importante por que no era capaz de articular una sola palabra o sonido). Estoy interesada en seguir aprendiendo a conocerme mejor. Me he dado cuenta de que en la medida que yo busco mi propio placer le doy placer también a mi pareja. Intento estar más relajada, trato de disfrutar con cada beso y cada caricia…

Ya veo que la maternidad no es un instinto: que por el hecho de ser mujer no tengo por qué saberlo todo. Que si decido no ser madre, no voy a ser una mujer incompleta. Que puedo pararme a pensar. Que se trata de algo muy importante en vida y que la que decide debo ser yo, no la presión social.

Respecto a mi proyecto profesional, he entendido la importancia de tener una independencia económica, que me permita tomar decisiones en mi vida y no verme sometida a los deseos de otras personas.

Y por último, he entendido claramente en mis propias carnes, la importancia de tener cubierto mi proyecto de vida, como si fuera el quesero del trivial, con todos los quesitos de todos los colores; con amistades, aficiones, familia, inquietudes… Si reduzco todo a la pareja, como hacía antes, corro el riesgo de no ser completa, de volverme dependiente, de desaparecer como persona. En cambio, si desarrollo y trabajo otras áreas personales, crezco, aprendo, me divierto, comparto.

Se me están saltando las lágrimas porque gracias a AMS y a todas mis compañeras del taller, me estoy dando cuenta de lo importante que soy, de mis necesidades, mis deseos… Me encanta lo que he ido aprendiendo de mí misma. Me encanta el modo en que estoy aprendiendo a enfrentarme a las cosas.

Estas reflexiones están escritas con mucho trabajo, cariño y respeto, hacia mi misma (me pongo en primer lugar, porque para mí ha sido un verdadero descubrimiento) y hacia todas mis compañeras de taller, con las que he compartido y por suerte sigo compartiendo una amistad SINCERA y libre de CRÍTICA, ¡es fantástico! En ellas he podido encontrar algunas esas “patas, que me ayudan a sustentarme” de las que hablaba antes. Ha sido un esfuerzo verdaderamente recompensado. Creo que en mí hay un antes y un después de haber pasado por esta experiencia.

Y ya por último, me gustaría dar las gracias a todo el equipo de AMS, que con su acogida, cariño y saber hacer me han ayudado a ver las cosas de una forma más positiva, me han posibilitado descubrir una serie de herramientas “vitales” de las que no quiera ya desprenderme NUNCA. Creo que todas nosotras, con cada uno de nuestros pequeños logros y avances hacemos que esta asociación sea más grande y consistente.

GRACIAS