El acoso callejero es otra forma de violencia de género, una agresión que se produce por relaciones desiguales de poder: quien acosa, el hombre, se cree con el derecho de decirle a la acosada, la mujer, lo que piensa de ella, de su físico generalmente, o hacerle insinuaciones sexuales, incomodándola y generándola un malestar. Sin embargo, continúa viéndose como algo normalizado, hasta el punto de que muchas veces no lo llamamos acoso sino piropos.

Las mujeres aprendemos a vivir con miedo al acoso callejero. Nos sentimos indefensas ante un espacio al que aprendemos a temer porque hay hombres que pueden ejercer violencia sobre nosotras. Ese temor nos hace tener falta de confianza en nosotras mismas, sentirnos inseguras en un entorno que está dominado, como tantos otros, por los hombres. Y para evitar esta situación de violencia, y en realidad todos los tipos de violencia de género, que tienen su origen en un modelo social en el que los hombres dominan a las mujeres, debemos invertir en la educación de las nuevas generaciones.

Es la reflexión a la que llega Pilar Pascual, coordinadora de Mujeres para la Salud y psicóloga experta en género, para un reportaje de RTVE elaborado por la periodista Carolina Pecharroman. El reportaje pone de manifiesto realidades como que el 40% de las mujeres que han vivido una situación de acoso han evitado volver a pasar por el mismo lugar, o que las mujeres más vulnerables son precisamente las más indefensas: las adolescentes.

 

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